Me gustaría haber finalizado el año con alegría felicitando a todo el mundo y mandando agradecimientos a diestro y siniestro a todos aquellos que hicieron del 2014 un año soportable e incluso bonito. Sin embargo, vamos a terminar el año con una noticia descorazonadora sobre nuestras espaldas. Una chica preciosa llamada Leelah se ha suicidado dos días antes de comenzar el 2015 porque sus padres no pudieron aceptar que era una mujer en un cuerpo de hombre. En cuanto piensas que quizás la sociedad puede ir un poquito mejor aparecen casos como este.
Y de verdad que me dio por pensar. Joder, que parece que a la gente le cuesta muchísimo respetar a los demás tal y como son. Que parece difícil de entender que no decides el color de tu piel, ni el sexo con el que te identificas, ni tu orientación sexual, ni la forma de tu cuerpo. Y todavía están los típicos modernillos que lejos de ayudar a la causa, transforman lo que podría ser una lucha justa contra la homofobia, la transfobia, la misoginia y el racismo en pos de la igualdad en una competición a ver quién se inventa la sexualidad más estrambótica (porque sí, ha habido casos en los que se las han inventado, no porque las tengan realmente), quién tiene más bipolaridad y quién siente más odio por los cishets, dándole la vuelta a la situación e intentando devolverles los derechos a quienes los han perdido arrebatándoselos a otros.
Todos somos personas. Los heterosexuales no eligen ser heterosexuales igual que los homosexuales, pansexuales, asexuales... tampoco lo eligen. No he elegido ser mujer y estar contenta con mi sexo como un transexual tampoco elige no identificarse con el suyo. Todos somos iguales. Todos tenemos un cerebro que piensa, un corazón que late... Todos.
Ah, y decir que eres bipolar, esquizofrénico, etc. sin serlo no te hace más marginal. Te hace más gilipollas.
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Centrándonos en un caso más personal, hoy es fin de año. El día en el que se le dan los últimos arreglillos a los trajes y se prepara una para ponerse mona para salir (cuando se quiere, claro. Hablo de mi caso concreto). Mido 1'67 y peso alrededor de 70 y pocos kilos. Tengo una talla de pecho 100D, la cadera un poco ancha y muy poca autoestima. Me ha costado bastante encontrar un vestido que no me haga gorda, y no solo eso, sino encontrar un vestido que me quede bien en el pecho.
Una jodida odisea en la cual mi novio estaba allí para mantenerme a flote.
Al final encontré un vestido. Largo, fruncido en el pecho, no demasiado apretado pero sí ceñido, de color turquesa oscuro. En cuanto mi novio me lo vio puesto lo único que fue capaz de decir fue "estás preciosa".
Y yo casi me eché a llorar.
El problema vino al llegar a casa.
El año pasado le mostré el vestido a mi madre con lágrimas en los ojos con miedo a que me dijese lo mal que me quedaba. Para que me dejase salir, recorrimos el pueblo en busca de una faja. ¿Y para qué? ¿Para sentirme toda la noche insegura, tirando de ella para que no me cayese y con cuidado de que no se notara? Pude haber deslumbrado en su lugar.
Este año, las quejas fueron todas hacia mi pecho. Que si era demasiado grande, que si no tengo sujetadores que me lo reduzcan, que si el vestido tiene demasiado bajos los tirantes y necesito comprar más ropa interior. Y allí fuimos. De nuevo un paseo por el pueblo para terminar en la tienda de una amiga de mi madre. Ellas comenzaron a hablar entre sí de que estaba "cambiada". Antes tenía menos talla, que qué me había pasado, que si estaba más rellenita, que si solo podría tener sujetadores de vieja con este pecho.
Quise pedirle un poco de respeto a la señora y mi madre me detuvo.
No es la primera vez que le digo que no mencione mi peso en una tienda, y lo hace.
Y con esto, solo quiero decir una cosa muy importante. Una que quiero que todos vosotros, e incluso mi yo del futuro, recordéis.
Da igual que seais gordos o delgados. Tipo diábolo, tipo manzana o tipo pera. Que tengáis complejo o no. Que sea o no vuestro peso "base". Que sea por comer, por medicación, por enfermedad.
Pedid respeto. Quereos a vosotros mismos. Comprad la ropa que a vosotros os guste. Que no os importe si os digan que exageráis: parad solo cuando por fin la sociedad no vea nuestro peso, ni nuestra sexualidad, ni nuestro sexo, ni nuestra piel. Parad cuando seamos todos iguales. Parad cuando nuestro interior deslumbre con tanta fuerza que los deje ciegos a todos.
Feliz 2015.